PERÚ - PUNO (ISLA DE UROS Y TAQUILE)


Ya en tierra Peruana,  tuvimos que bajarnos en la frontera para sellar la salida y entrada al País. Cuando llegamos a Puno, nuestro siguiente destino, nos dirigimos en taxi hacia el hostal que habíamos contratado, ya que llegabamos por la noche.

El hostal se llamaba Paititi. Está muy bien. La familia que lo lleva es encantadora. Además se sitúa junto a la plaza de Armas, en el centro de la cuidad.


Puno no tiene mucho para ver, pero tuvimos la grandiiisima suerte de encontrarnos a la mañana siguiente con la fiesta de la Candelaria. Una fiesta compuesta ni más ni menos por 93 comparsas de lugareños bailando sus propias danzas, vestidos en sus coloridos trajes típicos desde la mañana hasta la noche. Algo único y especial.


Ya para el día siguiente teníamos contratada una excursión desde el hotel hacia la Isla de los Uros y Taquile. 45 soles por persona. Nos pareció buen precio en comparación a otras agencias


ISLA DE UROS- Son un conjunto de islas flotantes construidas sobre la planta Totora (junco), en el lago Titicaca, donde viven de la misma manera desde el imperio de los Incas. Su lengua materna es el aimara y cada una de las islas de esta comunidad es regida por un presidente elegido por la familia o familias que viven en cada una de ellas.
Obviamente es algo turístico y por lo tanto se aprovechan para venderte su exclusividad, las artesanías locales y el paseo en su tradicional barco (todo a parte del precio del tour).


TAQUILE- Un pequeño pero encantador pueblo donde sus lugareños tienen vestimentas únicas que aún conservan, pudiendo diferenciarse los hombres o mujeres casados de los solteros entre otras peculiaridades. Aquí almorzamos en la casa de una familia donde nos prepararon una riquísima sopa de quinoa y una fresca trucha.


Con la barriga llena caminamos hasta lo alto del pueblo. Una plaza donde hay que tener cuidado con las fotos que sacas. Te van a pedir dinero si sacas fotos de su gente o te van a exigir el dinero si las niñas se meten en tu propia foto. En Perú hay que tener cuidado con eso.


Ya de regreso al barco que nos devolvería a Puno, bajamos hasta el puerto por 500 pequeñas escaleras.

En este viaje conocimos a una familia espectacular de argentinos, donde nació una amistad, con la que más tarde pudimos reencontrarnos.


No hay duda que te sientes un poco estafado como turista, como ovejas que siguen al pastor, pero claramente estás pagando por algo único en el mundo al que por tu cuenta no podrías acceder.

Dejábamos de nuevo otra ciudad para llegar a Cusco. Nuestro proximo destino.



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