COLOMBIA- CARTAGENA DE INDIAS



Nuestra siguiente parada era Cartagena de Indias, haciendo escala en Bogotá.
Estábamos cansados y por lo visto la ciudad no merece mucho la pena así que esperamos en el aeropuerto hasta nuestro siguiente vuelo, empezando a degustar las famosas arepas y el maravilloso cafe colombiano.

Llegamos a Cartagena de noche, por lo que tomamos un taxi desde el aeropuerto hasta el que iba a ser nuestro hostal. Un pais desconocido aún y con los miedos  e incertidumbre preconcebidos.
A la salida del aeropuerto , hay un puesto donde reservas tu plaza, por lo que sabes que no te van a engañar con el precio.
El taxista que nos llevaba, cuando le dimos la dirección, empezó a meternos el miedo en el cuerpo; que estábamos locos por hospedarnos en ese barrio,  que si ahí le atracaron, que si ahí te acuchillan... Me pareció extraño ya que había leido los comentarios del hospedaje y eran muy buenos, unido a una alta puntuación que tenía el establecimiento.
Le hicimos caso y dimos media vuelta, llevándonos hasta el centro de la ciudad, en el barrio Getsemani, junto a la muralla,donde se encuentran la mayoria de los hostels.


Teníamos los nervios a flor de piel, ya que choca encontrarse con esa situación y la calle de noche saca a lo "mejorcito de cada casa" así que nos hospedamos la primera noche en el primer hostel decente que encontramos, el Media Luna, que para opiniones los colores, pero parecía más una discoteca que un lugar para dormir.
Por lo tanto a la mañana siguiente nos cambiamos a un hotel cerquita de éste, llamado Hotel Londres. Sencillo, con aire en la habitación privada y muy económico.
Listos y con las mochilas en lugar seguro nos dirigimos al interior de la ciudad amurallada.
El recorrido empieza en la Torre del Reloj, la puerta que separa el centro amurallado del barrio de Getsemaní.


A pocos metros, la Plaza de los Coches, antiguo lugar de venta de esclavos, un lugar con mucha vida, especialmente a partir del atardecer, con música y bailes en sus rincones.
Otro lugar imprescindible es la catedral Santa Catalina de Alejandría.


Caminando por todas sus calles, repletas de balcones impregnados del estilo colonial, llegamos hasta la muralla junto al mar y divisamos el Castillo de San Felipe al fondo.
No tengo palabras para describir Cartagena. Es hermoso.

Coches de caballos recorren las empedradas calles, calles llenas de puestos con fruta fresca, arepas y otras delicias culinarias. Un lugar donde su gente, su música y los colores en todas sus calles te alegran el día.
No hay nada mejor que callejear y descubrir todos sus rincones.


La visita nos llevó el día entero,  hasta que comenzó a anochecer.
Definitivamente VIVA COLOMBIA. Y eso que no era más que el principio...








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